En septiembre de 2016, al poco de empezar este blog, publicábamos un artículo en que, bajo el título de «Corrubedo, un misterio de nueve letras», especulábamos sobre el origen del topónimo que identifica nuestro cabo y nuestro pueblo. Aquel fue un texto escrito tocando de oído, en el que dimos cuenta de la versión doméstica transmitida de generación en generación (esto es: nos bautizó el Apóstol Santiago a lomos de su caballo al proclamar a los cuatro vientos que «aquí, corro y veo») y nos hicimos eco de otras dos hipótesis con mayores visos de verosimilitud: una postulaba que nuestro nombre derivaba de la raíz protoindoeuropea Kor («piedra», «roca») y la otra, menos secundada, lo relacionaba con el vocablo latino Corribium en alusión a una confluencia de corrientes acuáticas.
Pues bien. En el transcurso de los ocho años y pico transcurridos desde aquel ingenuo post, el mayor experto en estas lides ha dictado sentencia. Nos referimos a Fernando Cabeza Quiles, un investigador de larga trayectoria que en 2023 publicó el libro Toponimia de Ribeira, editado por la Real Academia Galega.
¿Su conclusión? Pues que ninguna de las tres. Ni apóstol al galope, ni piedra indoeuropea, ni convergencia de aguas. La respuesta es otra. Y para encontrarla, el autor ha hecho antes propósito de enmienda.
Fernando Cabeza
Queremos decir con esto que el propio Cabeza Quiles se había decantado en su momento por una de las tres interpretaciones.
Leemos al respecto un artículo que lleva su firma publicado el 29 de julio de 1990 en La Voz de Galicia bajo el titular de «Corrubedo». El texto comienza explicando que se conocen dos lugares llamados Corrubedo: el nuestro (aquí desliza la teoría del apóstol, a la que califica de «muy divertida») y el perteneciente a la parroquia de Coiro, en el municipio coruñés de Mazaricos. Y deduce: «Dadas las coincidentes características pedregosas de estos dos lugares, pensamos que hay que volver a la partícula preindoeuropea cor, piedra, que, con incremento o repetición de la r, debió de producir la raíz corr, base del topónimo Corrubedo y de otros que siempre dan nombre a accidentes costeros o terrestres especialmente pedregosos».
A continuación, dispara una andanada de topónimos de etimología similar a la nuestra desperdigados por la orografía gallega: Corrospedriños, Corroubelo, Corrillo, Correira, Corredoiros, Corresosas, Corrosa, Correada, Correal de Laceira, Correal de Chastelas, Carromeiro Chico, Carromeiro Grande, Coroso, Corón, Corme…
Y finaliza con la hipótesis de que también pertenecen a la misma familia léxica las palabras curruncho —esquina, esquina dura, canto— y corrosco —trozo duro y sobresaliente de la corteza de pan.
La Voz de Galicia, 29 de julio de 1990
El artículo se enmarcaba en una colaboración fija que Fernando Cabeza Quiles (Ponferrada, 1953) mantenía con La Voz de Galicia, dos años después de la cual saldría de la imprenta su primer libro: Os nomes de lugar: topónimos de Galicia: a súa orixe e o seu significado. Por las entrevistas que se le han hecho al autor a lo largo de su carrera descubrimos que su pasión por la toponimia nació a los veinticinco años cuando prestaba el servicio militar obligatorio (la mili) y que antes de este hallazgo feliz había estudiado para maestro, ocupación que lo llevó de allá para acá, teniendo, entre otros destinos, ni más ni menos que Corrubedo. Seguro que más de un vecino se acordará de él.
Después llegarían otros títulos que apuntalarían su prestigio como zahorí del significado oculto de los nombres de lugar: Os nomes da terra: topónimos galegos (2000), Toponimia de Galicia (2008), A toponimia celta de Galicia (2014), Toponimia da Estrada (2018), Toponimia de Carballo (2020)… hasta llegar a Toponimia de Ribeira: el volumen donde desvela el insólito origen del nombre de nuestro pueblo.
Aunque, siendo sinceros, Antonio Cabeza ya lo había anticipado en mayo de 2018 dentro del número 23 de la revista Aunios, editada por la Asociación Cultural-Gastronómica PineirÓns, para la que escribió un extenso artículo cuyo titular nos da ya alguna pista: «O Curro e Corrubedo, dous exemplos toponímicos que nos falan do pasado gandeiro de tres comunidades costeiras».
Traducido al castellano, este texto comienza así: «Pensamos que O Curro, nombre de lugar de las islas de Ons y Sálvora, y Corrubedo, lugar y parroquia costera del ayuntamiento coruñés de Ribeira, pueden ser tres ejemplos toponímicos demostrativos de que la aparición de las primeras comunidades piscatorias en las islas del litoral y en las zonas costeras más próximas al mar abierto es un fenómeno tardío, que se sobrepuso a un pasado fundacional, hoy olvidado, fundamentalmente agrícola y ganadero».
En otras palabras, antes que una comunidad con vocación pesquera, Corrubedo fue, en un pasado lejano, una sociedad agrícola y ganadera.
Y, sin más rodeos, llegamos a la entrada recogida en Toponimia de Ribeira:
La comprobación del Catastro de Ensenada (1763) cita un lugar de la parroquia de Artes, próxima a la de Corrubedo, llamado Pumarbedo, que pudo ser un más antiguo *Pumarvedro, con la misma disimilación eliminatoria de la r que debió sufrir Corrubedo, que no experimentaron, por no tener otra r en la primera síabala, topónimos como Pontevedra, Fontevedra y Saavedra.
El curro vedro nombrado en el topónimo ribeirense Corrubedo pudo estar en el espacio que va desde el Campo del Agra hasta las imediaciones del faro. En él se suceden un conjunto de tierras, llamadas O Curro Ladrón, As Agras, O Agro, O Agriño y As Leiras do Prado, sin olvidar As Estibadas, que están al lado del cementerio. Nosotros recordamos estas tierras totalmente trabajadas a principios de los años 1970, con cada finca rodeada de su correspondiente vallado para preservar los cultivos del viento con sal en suspensión, procedente del bravo océano próximo.
Fotografías recogidas en el mencionado artículo de la revista Aunios
Quizás el curro que parece nombrar el topónimo Corrubedo fuese construido para guardar alguna clase de ganado, como sucedió con el curro que existió en la isla próxima de Sálvora, al que seguramente se refieran los topónimos isleños O Curro y A Punta do Curro das Cabras. Sobre esta construcción, en el testamento que hizo en el año 1751 el en aquel entonces dueño de la isla, Jorge Caamaño, leemos: «Y asimismo hize el muelle, curro y pozos de agua en la Ysla de Sálbora para los ganados el año pasado de quarenta y ocho con el curro que también mandé fabricar para embarco de ellos [del ganado] a la orilla del mar en mi coto y jurisdicción de Carreira que la frentea».
Se trata de un curro construido para concentrar el ganado que era traído de Sálvora desde Carreira para aprovechar los pastos de la islas y después vuelto a embarcar rumbo al continente, según cuenta Cornide a finales del siglo XVIII: «Llevan (a la isla de Sálvora) desde Carreira a pastar los ganados en lanchas […]. El dueño de ella [de la isla] es don Jorge Caamaño, señor del coto de Goyanes, a quien se paga para que los ganados entren a pastar».
Sea como fuere, con relación al topónimo que nos ocupa, parece verosímil, por encontrarse en zonas montañosas del interior donde hay caballos en libertad, que los citados topónimos Corrubedo, nombre de un lugar del concello de Mazaricos (A Coruña), y Currovedo, nombre de otro de Abadín (Lugo), se refieran a curros relacionados con el ganado caballar.
En un registro en castellano del siglo XVII, hecho partiendo de una copia del XV del documento original del año 911, hoy perdido, que recogemos en F. J. Pérez Rodríguez, habla de una donación del rey Ordoño II al monasterio de Antealtares y se cita el topónimo con la posible forma Currovedo, más próxima al étimo: «Ay en el maço 60 de pergaminos un traslado del privilegio y donación que hizo el rey don Hordoño II al monasterio de Sant Payo del coto de Currovedo, que por otro nombre se llamaba Placemitus, y del coto de San Martino de Olleros».
Pese a lo anterior, no sabemos si Currovedo fue la forma del topónimo en el documento original o *Currovedro, pues los otros topónimos citados, San Martiño de Olleros (San Martiño de Oleiros) y Placemitus están deformados.
Dado el riesgo que para la navegación antigua supondrían los bajos de Corrubedo, el topónimo aparece con variantes en varios cartularios. Destacamos, porque parece contener el adjetivo vedro sin su r desaparecido, el del cartógrafo mallorquín Angelino Dulcert, del año 1339, que cita el topónimo con la forma Corovedro. El Atlas Catalán, del año 1375, atribuido al judío mallorquín Cresques Abraham, registra Corovedre. En el mapa marino del año 1467 del cartógrafo italiano Grazioso Benincasa de Ancona figura otra vez Corovedro, formas que apoyan la hipótesis de que el topónimo Corrubedo provenía de un antiguo *CURRO VETERU(M), aunque en una atestación de 1434 y en otra de 1446, ambas contenidas en el TMILG, aparece como Curruvedo. Otra del año 1597 del Archivo de la Catedral de Santiago cita Currobedo, cuando este dependía de la parroquia de Olveira. El cardenal Jerónimo del Hoyo nombra en el año 1607 el puerto de Corrubedo, aún de Olveira, como sigue: «Hay dos hermitas; una de Santa Tecla y la otra de Nuestra Señora de los Remedios, en el puerto de Corrubedo, donde el mar es bravo sobremanera y el puerto muy peligroso». El P. Sarmiento en su viaje a Galicia hecho en los años 1754-1755 escribe: «Corruvedo, anexo a Oleyros». Algunos años antes, viaje de 1745, «bajos de Curruvedo» y «Curruvedo es el anejo de Oleiros». El Catastro de Ensenada nombra en el año 1752 el «coto de Corrubedo, feligresía de Santa María del Cavo del mismo nombre», parroquia antecesora de la actual Santa María de Corrubedo. La comprobación del Catastro (1763) registra «Una casa de un alto en el Puerto de Curruvedo». En esta misma fuente leemos: «La llamada (una porción de terreno) Curro Grande», prueba inequívoca de la presencia de curros en la parroquia. El NG del año 1864 cita como entidades de población de la parroquia anexa de Corrubedo los de Espiñarido (sic), Teira y Pueblo. Este último debe de ser Corrubedo con su puerto. Hacia 1928, Carré Aldao nombre como lugar de la parroquia de Corrubedo, en aquel entonces filial o anexa de la de Olveira, el de Puerto de Corrubedo. En cuanto al cabo Corrubedo o cabo de Corrubedo, que debió recibir su nombre del lugar y de la parroquia de Corrubedo, pudo haberse llamado en antiguo tiempo cabo Finisterre, nombre que se le asigna en dos documentos medievales del monasterio de Toxos Outos a la parroquia de Olveira, una de mas más occidentales de esta parte de la costa gallega, a la que pertenecía la aún non nata parroquia de Corrubedo. Así, en 1219 leemos: «[…] Sancte Marie de Olvaria […] Et ipsia ecclesia sita […] iuxta mare de Teyra que olim votaca est Finis Terre». En la otra atestación de entre los años 1142 y 1149 se cita el lugar como Finibus Terre, situado debajo del monte Tahúme, cerca del mar, en la parroquia de Santa María de Olveira: «in territorio Pistomarchis in loco certo vocitato [llamado] Finibus Terre sub monte Ceume prope litus maris loco certo in ecclesia Sancte Marie de Olvaria». Este antiguo Finisterre, hoy desaparecido, probablemente referido al cabo de Corrubedo, tiene un homónimo, como es bien sabido, todavía vivo más al norte, en el mismo confín atlántico, en el cabo Finisterre, topónimo, como advierte G. Navaza (2021), basándose en las atestaciones medievales, cuyo sustantivo inicial, en contra de lo comúnmente admitido, correspondería a un plural fines (Fines terrae ‘los confines de la tierra’) y no al singular finis.
«Curro viejo». Un terreno cercado en el que guardar ganado que, en un tiempo aun más remoto que el Macondo de Cien años de soledad [«El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo»], hubo una vez sobre la piel cuarteada por la salitre de nuestro cabo.
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