Nuestro cura, a la derecha, bendice el invento

Aunque parezca mentira, los humanos no nacimos con un teléfono debajo del brazo. En un tiempo no tan lejano, poseer uno de estos útiles aparatos era tan excepcional como hoy conducir un Tesla. Y, como todo en la vida, también en esto hubo una primera vez («Señor Watson, venga aquí, le necesito», le dijo Alexander Graham Bell a su ayudante).

En lo que concierne a Corrubedo, esa primera vez ocurrió hace exactamente sesenta años: el lunes 6 de marzo de 1961, fecha en que se inauguró el locutorio del pueblo, emplazado en la actual rúa da Fonte y del que los cuarentones aún guardamos recuerdo.

Sesenta años de la primera llamada antes de que Instagram, Whatsapp o TikTok rivalizaran por usurpar nuestros teléfonos. Ahí es nada. Aquel día también fue la primera vez para los habitantes de Aguiño y (va a sonar a coña pero no lo es) para el vecindario de cierta calle con nombre de crustáceo intrínsecamente pegado a nuestras piedras…

Rue del Percebe, 13.

El anuncio

Si Roma no se hizo en un día, el establecimiento de una estación telefónica en nuestra localidad no iba a ser menos. El documento reproducido arriba (pertenece al Archivo Histórico Municipal de Ribeira) recoge el feliz anuncio de la próxima llegada del artilugio, comunicado poco antes de las navidades de 1958 por el presidente de la Diputación Provincial de La Coruña, Diego Delicado Marañón. He aquí el extracto que nos interesa:

«Se dio cuenta al oficio fecha 11 de los corrientes, que dirige a la alcaldía el Ilmo. Sr. Presidente de la Excma. Diputación Provincial de La Coruña, en el que anuncia que en el Plan de Teléfonos formado por la Compañía Telefónica Nacional de España para esta provincia, se incluyen en la Ruta 25 A, un locutorio público en Aguiño; y en la Ruta 25 B, otro en el Puerto de Corrubedo. Para la instalación de Aguiño, la Diputación aporta treinta y tres mil quinientas pesetas y para la del Puerto de Corrubedo, sesenta y cinco mil pesetas, siendo ambas cantidades en concepto de subvención a fondo perdido. Este Ayuntamiento debe comprometerse a efectuar las siguientes aportaciones: Para la instalación del teléfono en Aguiño, el equivalente al precio de adquisición de doscientos cuarenta kilos de hilo de cobre, además de facilitar a la Compañía diecinueve personas y un camión durante nueve días. Para la instalación del Puerto de Corrubedo, el equivalente al precio de adquisición de quinientos diez kilos de hilo de cobre, además de facilitar a la Compañía diecinueve personas y un camión durante veinte días. En ambos tendidos el Ayuntamiento tendrá obligación de facilitar al personal de la Compañía casa vivienda y luz.»

Dos años y pico después, el proyecto se había convertido en realidad. Y un acontecimiento tan singular no podía pasar desapercibido a la mirada perspicaz del gobernador civil de La Coruña, Evaristo Martín Freire. Que es este señor de aquí:

El gobernador civil

«El señor Martín Freire inauguró ayer los centros telefónicos de Aguiño y Corrubedo», tituló La Voz de Galicia al día siguiente. La crónica empezaba con la recepción oficial que en la casa consistorial de Ribeira se le dispensó al gobernador civil y su séquito —formado por el subjefe provincial y el inspector del Movimiento, José Luis Amor y Guillermo del Valle— por parte de un elenco de autoridades y representantes locales presidido por el alcalde Álvaro Landeira.

A continuación los prohombres se desplazaron a la localidad de Aguiño, donde todo el vecindario quiso estar presente en un evento en el que el cura párroco Francisco Lorenzo Mariño ofició la ceremonia de bendición, después de lo cual el gobernador Martín Freire estableció la primera comunicación con el capitán general de la VIII Región, Camilo Menéndez Tolosa: comunicación que, si hacemos caso a la noticia, consistió en un melifluo intercambio de saludos, felicitaciones y muestras de agradecimiento.

La Voz de Galicia, 7 de marzo de 1961

Y para terminar, Corrubedo. La comitiva entró en el pueblo pasadas las siete y media de la tarde. Allí la estaba esperando el cura párroco José Antonio Ríos Mosquera (el mismo que, un año antes, había escrito una extensa carta relatando los méritos que nos condujeron a la merecida obtención de la medalla de plata de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos). Allí estaban también el presidente del Pósito de Pescadores, Lucas Romero, y el secretario, señor Ageitos. Y allí, en las inmediaciones del locutorio, se congregaron muchos otros vecinos en el deseo de asistir a un acto inaugural que, al igual que el de Aguiño, principió con una bendición, tal y como observamos en la fotografía que ilustra el recorte, donde nuestro joven párroco [falleció hace seis meses con 87 años siendo cura emérito de Carril] está manejando el hisopo ante la mirada del gobernador civil y del resto de asistentes, incluyendo los que observan a través de la ventana.

Nos habría gustado dejar constancia de con quién se estableció comunicación esta vez. Pero parece que al periodista de La Voz de Galicia le interesó más la inopinada intervención del presidente Lucas Romero, quien solicitó al gobernador civil la reparación de la carretera de entrada al pueblo. Diplomático, Martín Freire le prometió que «en un futuro próximo dicha vía estará en magníficas condiciones para el tráfico»… lo cual no dejó de ser una gigantesca trola para tortura de los autobuses del Celta: los únicos vehículos que unos pocos años después tenían los arrestos de transitar por ella.

La primera viñeta de 13, Rue del Percebe, publicada en la revista Tío Vivo el 6 de marzo de 1961