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El Albatros

El martes 9 de noviembre de 1954, el pesquero Albatros zarpó del puerto de Gijón por última vez. Se hundió casi una semana más tarde cerca de Cedeira y el suceso dejó una profunda aflicción en nuestro pueblo.

Aun hoy, después de tantos años, una nota de dolor late sordamente en el corazón de Corrubedo… Ocho de sus quince tripulantes habían nacido aquí. Ninguno volvió para contarlo.

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Los astilleros de la Alexander Hall en Aberdeen

El Albatros era un barco de cierta edad.

Surgió en 1900 como Lord Roberts en los astilleros de Aberdeen, en Escocia, construido por la compañía Alexander Hall and Company. Fue bautizado por la señorita Maggie Meffet Farquhar, hija de Arthur Farquhar, mánager de esta firma centenaria, fundada en 1790 y responsable de algunos clippers emblemáticos que, como el Torrington o el Stornoway, trajeron té y opio desde la lejana China.

El Lord Roberts medía 36 metros de eslora por 6,5 de manga y 3,7 de puntal. Corteza de acero y 218 toneladas de arqueo de registro bruto. Motor de triple expansión capaz de proporcionarle una potencia de 65 caballos nominales de vapor. Su número de casco era el 381.

El navío había sido un encargo de la Yorkshire Steam Fishing Co., empresa pesquera afincada en Kingston upon Hull, al nordeste de Inglaterra… No iba a durar mucho con la bandera de la Union Jack: desde 1907, sufrió un incesante cambio de manos y nombres hasta encontrárnoslo como Albatros en un puerto asturiano.

El trajín o cambalache empezó así.

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El Correo Gallego, 23 de mayo de 1907

En mayo de 1907, el Lord Roberts fue inscrito en la Comandancia de Marina de La Coruña a nombre de la armadora Elvira Truán, socia de la Cooperativa de Vapores de Pesca que había sido creada en la ciudad herculina el año anterior. No deja de ser singular leer un nombre de mujer en una posición tradicionalmente asociada a hombres. Y más en aquellos tiempos. Seguro que hay una buena historia detrás aunque se aleja del objeto de este blog.

En 1908 el barco sufrió un leve percance. Quedó varado en Algeciras mientras navegaba por el Mediterráneo. El accidente no tuvo importancia. Unas horas después pudo deshacerse de su encalladura y continuar viaje.

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La Idea Moderna, 23 de marzo de 1908

En 1910, Elvira Truán vendió el barco a la naviera de los hermanos Freixas Pons PedroFrancisco, Juan Ramón —y el buque cambió su sede a Barcelona. Dato curioso: fue uno de los dos únicos pesqueros de la ciudad condal —el otro era al Pedro, de la misma compañía— que no fueron vendidos durante la Primera Guerra Mundial: sus dueños no quisieron escuchar los cantos de sirena de un mercado internacional deseoso de comprar, al precio que fuese, cuanto vapor de arrastre surcase las aguas con objeto de integrarlo como flota de apoyo a la marina de los países en conflicto.

En plena liza, incluso sirvió de excusa para un corte de publicidad:

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La Vanguardia, 27 de marzo de 1917

En 1918, el Lord Roberts fue rebautizado Luis, sospechamos que en homenaje a un socio de los hermanos Freixas, Luis Delclaux. En 1927 mudó otra vez de piel y pasó a denominarse Ramoncín. Y en 1934, su propiedad fue transferida a la Compañía Pesquera Vizcaína S.A., sita en Bilbao, donde adoptó el nombre con que llegó hasta nosotros.

Albatros.

La deflagración de la Guerra Civil hizo que fuese artillado junto a la ría de Nervión por el bando republicano. Sin embargo, en 1937 huyó a Francia mientras tenía lugar la Ofensiva del Norte. Rematada la fraticida contienda, el buque fue recuperado y pasó a manos de la compañía Francisco Orejas, S.A., con sede en Oviedo.

Puede que estemos confundidos, pero creemos que quien encabezaba esta sociedad era aquel Francisco Orejas Castañón que, emigrado a la región asturiana desde el pueblito leonés de Villamanín, empezó con un almacén de coloniales y acabó por triunfar en los negocios. A lo grande. Su nombre aparece involucrado en la fundación de pujantes empresas como Industrial Química del Nalón o Naval Gijón (Nagisa). Sus vástagos (catorce en total) continuaron el emporio, expandiéndolo a sectores como la minería y la construcción. Hoy se hallan entre las mayores fortunas del Principado. Y, si estamos en lo cierto y nos encontramos ante la misma familia, el trasvase generacional se oficializó en 1958 según anunciaba el Boletín Oficial del Estado:

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Boletín Oficial del Estado, 25 de junio de 1958

Pero nuestra triste historia aconteció cuatro años antes.

El martes 9 de noviembre de 1954, el Albatros zarpó del puerto de Gijón por última vez. Lo hizo en compañía de otro pesquero de la misma firma, el Alcaudón. Ambos se dirigieron a Estaca de Bares y allí estuvieron faenando hasta que, dado el mal tiempo reinante, decidieron adelantar en una jornada su llegada al puerto de A Coruña, donde tenían previsto repostar y descargar sus capturas.

El Alcaudón entró a las seis y media de la tarde del lunes 15. Pocos minutos antes, había recibido un telegrama de su compañero en que este le comunicaba que llegaría a las ocho y media.

No lo hizo y, agotadas la espera y la paciencia, el patrón del Alcaudón, Francisco Martínez, dio orden de salir en su busca. Zarparon a las once de la noche y peinaron el océano a la altura de Cedeira. Regresaron a tierra a las dos y media de la madrugada. No había el mínimo rastro del barco. Nadie tampoco había logrado comunicarse con él. A las diez de la mañana de martes 16, el bou partió otra vez y volvió a regresar con las manos vacías.

Entretanto, familiares de los desaparecidos esperaban con angustia en el muelle de La Palloza mientras los periodistas, encadenados a los sinsabores de su oficio, hacían recopilación de los nombres de las presuntas víctimas. Eran quince.

Lino Chouza Martínez, de Corrubedo, casado, con seis hijos, patrón de pesca. José Graña Carnés, de Corrubedo, casado, con dos hijos, patrón de costa. Luis Álvarez Alonso, de Gijón, casado, con dos hijos, primer maquinista. Manuel Domínguez Lojo, de Puebla del Caramiñal, casado, con dos hijos, segundo maquinista. José García Brión, de Corrubedo, casado, con dos hijos, contramaestre. José Pérez Vidal, de Seráns, soltero, marinero. Crisanto García Martínez, de Corrubedo, soltero, marinero. José Pérez García, de Corrubedo, casado, marinero. Manuel Calo Rodríguez, de Corrubedo, soltero, marinero. José Mariño Prego, de Corrubedo, marinero. Juan Varela Fernández, de Miño, casado, una hija, marinero. Juan Vázquez Martínez, de Muros, fogonero. José Martínez Mayo, de Muros, fogonero. Manuel Mauriz Rico, de Ferrol, fogonero. Segundo Maneiro Ageitos, de Corrubedo, cocinero.

El recuento es sencillo. Ocho de sus quince tripulantes habían nacido en Corrubedo. Ninguno volvió para contarlo.

Ninguno de nuestros vecinos, quisimos decir. Porque sí hubo alguien, un marinero, que en la mañana de aquel martes 16 de noviembre llegó a la playa de Baldaio. Exhausto. Vivo.

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En la portada de La Voz de Galicia el 17 de noviembre de 1954
[Acabamos la semana que viene]

[Algunas fuentes consultadas: «Naufragio del bou Albatros» (Webmar), «El abastecimiento de pescado fresco en Barcelona: 1890-1941. Una primera aproximación» (Ana I. Sinde Cantorna, XI Congreso Internacional de la Asociación Española de Historia Económica), «Lord Roberts» (Aberdeen Built Ships)]