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El puerto de A Pobra, escenario donde comienza nuestra historia

Ay, las prisas. No son buenas consejeras. Y si no que se lo digan a algunos lumbreras que anunciaron esta misma semana la solución a las toneladas de plástico desechado del planeta en forma de gusano devorador de polietileno… noticia que algunos tuvieron la delicadeza de matizar después.

En la historia que os traemos hoy ignoramos quién fue el responsable originario del error pero hemos encontrado hasta tres periódicos que, casi palabra por palabra, repitieron el mismo embuste: El Pueblo Gallego, El Diario de Pontevedra y El Compostelano. Los hechos sucedieron a finales de abril de 1925 y tuvieron, cómo no, las costas de Corrubedo como marco del naufragio.

Escojamos uno cualquiera:

«NAUFRAGIO EN CORRUBEDO — Colisión entre dos buques

»Puebla del Caramiñal— Ayer, a las once de la noche arribó a este puerto el vapor Rigoletto de la matrícula de Marín, conduciendo a doce tripulantes del «raén» a motor Carmiña Neira, propiedad de José Neira.

»Este raén fue abordado y echado a pique por el citado vapor, mientras estaba fondeado a lo largo de la costa de Corrubedo y su tripulación se dedicaba a las faenas de la pesca.

»El raén fue partido en dos mitades, cayendo al agua todos los hombres de su dotación, los cuales tuvieron que luchar denodadamente para salvar la vida, pues el Rigoletto siguió su marcha, observando así su patrón una conducta inhumana, que fue rectificada a poco a instancias de los tripulantes del vapor marinense que obligaron a su patrón a virar e ir en socorro de los náufragos.

»El digno ayudante de Marina de Marín instruye las oportunas diligencias, habiendo sido conducidos por su orden los náufragos a dicho puerto.

»Todos los tripulantes del buque náufrago perdieron sus enseres.

»Tanto el vecindario de esta villa como el de Marín, está interesantísimos en que se haga justicia para que el castigo que de ella se ha de derivar sirva de saludable ejemplo.» [El Pueblo Gallego, 29 de abril de 1925]

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El hundimiento del Carmiña Neira contado el 29 de abril de 1925 en El Pueblo Gallego

Vale. O sea. Una nave con base en Marín llamada Rigoletto (¿un armador aficionado a la ópera de Verdi?) embistió y echó a pique a otra embarcación de nombre Carmiña Neira y, dando muestras de una «conducta inhumana», el patrón siguió su camino tranquilamente hasta que fue su propia tripulación la que lo obligó a rectificar y rescatar a los doce náufragos. El texto concluye reclamando justicia y un castigo ejemplar.

Aun hoy, consultando los catálogos de naufragios que tenemos a mano comprobamos cómo es esta la versión que se da por buena. Por ejemplo:

«CARMIÑA NEIRA. 30-4-1925. Lugar: cabo Corrubedo. Racú de Marín abordado y partido en dos por vapor Rigoletto de A Pobra. Sin víctimas. Nacionalidad: Española.» [Catálogo de Naufragios de Costa da Morte, de Rafael Lema Mouzo]

O:

«1925-04-30 CARMIÑA NEIRA, el racú de Marín fue abordado y partido en dos frente a Corrubedo por el vapor RIGOLETTO de la Puebla del Caramiñal, resultando sus tripulantes ilesos en el lance y siendo recogidos por el propio RIGOLETTO.» [Santa María del Cabo de Corrubedo (coto del mismo nombre), de Francisco Sánchez Fraga]

Nosotros también estábamos a punto de comprar la historia e incurrir en la misma equivocación cuando nos encontramos este otro artículo publicado el 30 de abril de 1925:

«DESDE MARÍN — Aclaración sobre un abordaje

»En EL DIARIO de ayer se inserta una noticia referente a un barco abordado en Corrubedo, cuyo contenido no está, al parecer, conforme con lo sucedido; y para su aclaración y que queden en pié las circunstancias y forma de lo pasado, se nos pide consignemos estas líneas, a lo cual gustosos accedemos, deseando que nuestra información, sea claro reflejo de la realidad.

»Esta nota que se nos indica es así: a las cinco de la tarde del día 27, a seis millas del O.E. de Corrubedo venía para Marín el vapor de pesca Cortadillo, y no el Rigoleto como se dice, que es su compañero de pareja.

»En un momento apareció de improvisto por la proa, una lancha a motor de la cual salían gritos que llamaban la atención del patrón del Cortadillo Hipólito Bámio, persona de pericia reconocida y estimada, el que seguidamente dio a estribor, pasando babor a babor de la referida lancha y efecto del oleaje, dio un encontronazo con la misma, causándole la rotura de la obra muerta hasta la altura de la línea de flotación, o sean diez centímetros, al pasar dicho barco Cortadillo dio a babor emproando con objeto de ver lo ocurrido y prestar el auxilio que fuera necesario a su tripulación y al ver que aquel no ofrecía peligro, le indicó al patrón de la lancha que maniobrase para salvar el barco, pero llevado sin duda de la confusión o del pánico que el encontronazo les causó, permanecieron inmóviles más de una hora.

»Desde el momento del choque al de ponerse a su lado el Cortadillo, no pasaron tres minutos, rapidéz esta que lleva consigo el justificado deseo del menor perjuicio y la mayor cordialidad, teniendo como base esencial el de proporcionar a sus compañeros de la lancha abordada, los medios más rápidos y seguros de salvamento, por lo que después de recojida la tripulación sin el menor contratiempo, pasó a la lancha el patrón Hipólito Bámio con objeto de amarrarle poniéndole un cable para conducirla a tierra, lo que verificó por espacio de unos veinte minutos, tiempo después del cual rompió el cable volviendo a maniobrar con objeto de salvarla, no siendo ello factible por que el viento y la marejada lo inundaron, hundiéndose seguidamente la lancha.

»Esto es lo que se nos ha narrado y la mayor satisfacción para nosotros al reseñar este suceso, es que no tengamos que indicar desgracia personal alguna y que solo se redujese a uno de tantos sucesos casuales del momento. ¡Más valió así!» [El Diario de Pontevedra, 30 de abril de 1925]

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Una rectificación con todas las letras el día 30 de abril en El Diario de Pontevedra

Bueno, bueno, bueno… Nada que ver, ¿verdad? De la música de Verdi hemos pasado a una de las novelas ejemplares de Miguel de Cervantes. Y en vez de un hombre de «conducta inhumana» tenemos por mandamás del barco colisionador a «una persona de pericia reconocida y estimada» [y algo de ello debía de haber: sabemos que Hipólito Bamio aprobó el examen a patrón de cabotaje en diciembre de 1910 y que en 1922 era vocal titular de la Junta Provincial de Pesca de Pontevedra].

En esta versión, a quien le cargan el baldón de la incompetencia es al patrón del Carmiña Neira, a quien el texto deja paralizado en el momento de la tragedia «llevado sin duda de la confusión o el pánico». Y fue Hipólito Bamio quien haciendo de héroe saltó del Cortadillo a la lancha en apuros e intentó salvarla amarrándole un cable que terminó por partir, no pudiendo evitar al final su hundimiento por obra del viento y la marejada.

De todas formas no nos fiamos demasiado porque ya se sabe: cada quien cuenta la feria según le va en ella. Y mirad qué curioso lo que publicamos para acabar: el anuncio en El Correo Gallego de un consejo de guerra a Hipólito Bamio Cadilla y a José Neira Pardavila [a quien en vista de su primer apellido suponemos patrón de la nave defenestrada] «por abordaje de los pesqueros Cortadillo y Carmiña Neira, en aguas de Villagarcía». ¿Quién de los dos fue el culpable?

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Suenan tambores de consejo de guerra en El Correo Gallego el 5 de octubre de 1927

Por desgracia, del desenlace del consejo no hemos encontrado nada.

De momento.