
Una carpa abarrotada y un montón de paella (el arroz: ese cereal símbolo de prosperidad) para celebrar los once siglos de Corrubedo: mil cien años desde que un rey leonés regalase estas tierras de Corrubedo a los monjes que custodiaban el sepulcro del Apóstol Santiago.
Tanto tiempo después, en la festividad de Santa Patricia de Nápoles —cuna de grandes navegantes, igual que nosotros— trescientas personas se han reunido para conmemorar con viandas y canciones el orgullo de pertenecer a un mismo pueblo.

Y es verdad: bajo el techo a dos aguas de la inmensa estructura, el acento gallego se mezclaba con el vasco y el vasco se mezclaba con el madrileño… y el madrileño aún se mezclaría con el acento inglés si no fuese porque los Chipperfield tuvieron que suspender a última hora su presencia debido a un aciago asunto familiar…
Distintas procedencias, pero un sentimiento común e inembargable.

Y como nuestro corazón es generoso vamos a pasar por alto los pequeños fallos y las empíricas manifestaciones de la ley de Murphy en su vertiente tecnológica. Lo importante ha sido esta extraordinaria oportunidad de festejar todos juntos una efeméride que cuantos vivimos ahora difícilmente tendremos ocasión de repetir a no ser que la ciencia avance una salvajada.

Después de la comida —culminada muy apropiadamente por una tarta de Santiago— llegaron los actos más institucionales, entre los que sobresalió la proyección de un impresionante documental que —tras otro vídeo más breve a modo de telonero— evocó, en palabras de su guionista Francisco Sánchez Fraga, «el alma de Corrubedo»: creatividad, historia natural y belleza natural a vista de pájaro fundidas en unos minutos que supieron a poco.
Esperamos exhibirlo aquí más pronto que tarde.

A continuación entramos en el turno de la entrega de obsequios a quienes en mayor o menor medida han colaborado a que los objetivos de la Asociación Corrubedo XI Siglos se estén cumpliendo. La réplica de uno de los hitos que delimitan nuestro antiguo coto fue el agasajo escogido pues, no en vano, estas piedras llegan habitando aquí durante 450 millones de años.

El alcalde de Ribeira Manuel Ruiz; nuestro cura don Gelasio; la Asociación de Amas de Casa; Maxi Franco y Montserrat Gutiérrez como artífices del espléndido documental; Raúl Martínez por la carrera popular; Ramoni; Yu; Fernando; Flor; la organización de Cando Lle Cadra… El elenco de galardonados casi no entra en la foto.

Y para finalizar, música y danza tradicionales emanadas del talento del grupo Tahume que vino para la ocasión desde la parroquia de Olveira.
Porque además de un corazón generoso, también sabemos ser buenos vecinos.

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