
«No renunciamos a la esperanza de verlas.»
Con estas exactas palabras cerramos hace casi un año, el 30 de septiembre de 2018, un largo artículo en el que habíamos rastreado la pista de un periodista norteamericano llamado Michael Kuh que, al parecer, había veraneado en Corrubedo entre finales de los cincuenta y principios de los setenta del siglo pasado. Nuestras pesquisas habían superado cualquier expectativa puesto que, con casi total seguridad («con un 99,9% de probabilidad», escribimos), estaríamos más bien ante un fotógrafo cuya obra había ocupado, entre otras, las páginas de National Geographic, Fortune, la Enciclopedia Británica o The New York Times: la flor y nata de la constelación editorial anglosajona.
Las últimas líneas de aquel post las empleamos en expresar una convicción y un anhelo. La convicción era que por fuerza nuestro hombre tuvo que haber usado su cámara en congelar alguna de las muchas bellezas de Corrubedo y que las instantáneas resultantes debían de estar hoy guardadas en alguna parte. El anhelo, tener la oportunidad de contemplarlas algún día… «No renunciamos a la esperanza de verlas»…
Desde hoy, nuestros deseos están cumplidos.

«Para Michael Kuh, sus fotografías de la gente de España revelan tanto de su país como sus paisajes. Él vivió entre ellos durante doce años, y con sus fotos buscó celebrar su autosuficiencia. Un campesino español, dice Kuh, tiene «un respeto a sí mismo, una dignidad y un código de honor que yo admiro completamente. Tú no puedes tenderle un billete de mil pesetas y esperar coaccionarlo. «Gracias», te contestará educadamente, «pero ya he comido hoy». Mediante cortesía, inversión de tiempo, pensamiento rápido y ocasional astucia, Kuh tuvo éxito en revelar la fuerza interior que dignifica a los españoles del rural en el trabajo, el ocio y participando en las diversas fiestas que marcan el año ibérico.»
La cita pertenece a un monumental volumen de fotografía de viajes que, bajo el título Travel Photography, publicó la editorial Time Life en 1982. Compartiendo tomo con titanes como Henri Cartier-Bresson o William Klein y bestias como Burt Glinn o Ralph Crane, ahí estaba nuestro antiguo vecino, al que se le dedican once páginas en exclusiva con el epígrafe «One Man’s Spain»… «La España de un hombre».
La hemos traducido porque creemos que la reflexión que contiene, aun referida a la gente del campo, resulta perfectamente adaptable a la gente del mar. Dignidad, honor y respeto a uno mismo. Valores que supo transmitir en los retratos que tomó en nuestro pueblo… como enseguida vais a comprobar.

Pero antes de enseñarlos, vamos con la intrahistoria de la obtención de esas imágenes y así, de paso, aprovechamos para seguir mostrando otras instantáneas que llevan su firma y han sido publicadas en obras en inglés.
Si hay alguien a quien tenemos que dar las gracias por hacer de este post una realidad, esa persona es Fernando Vilariño [y estábamos pensando al hilo de esto que la Asociación Corrubedo XI Siglos, Francisco Sánchez Fraga o Fernando Vilariño, si no todos a la vez, han sido citados en la mitad de los artículos que hemos escrito en lo que va de 2019… aunque claro… no en vano estamos en un año atípico en el que soplamos 1.100 velas].

Después de leer aquel artículo, Fernando se empecinó en contactar con la familia Kuh en busca de alguna foto ambientada en Corrubedo. Nosotros ya sabíamos de la pasión de Fernando por recopilar la historia gráfica del cabo, pues son cientos las imágenes que nos ha cedido amablemente [entre las más recientes, de los náufragos del Debonair y de la concesión de la medalla de Salvamento de Náfragos que a él le donó a su vez la viuda de Luis de la Peña].
Sabíamos de su pasión, sí, pero desconocíamos su poder de persuasión y capacidad de insistencia…

La faceta obstinada de Fernando la empezamos a descubrir en varias conversaciones frente a la barra del bar en las que nos daba cuenta de sus maniobras para lograr su objetivo. No vamos a profundizar en ellas. Simplemente diremos que no dejó piedra sin remover en el afán de trabar contacto con los hijos del fotógrafo, Micaela y Patric. Y ni la (posible) barrera idiomática ni la distancia geográfica lo amilanaron. Aun así, pasaban las semanas y no establecía comunicación…
Hasta que al poco de las uvas de fin de año festejadas por el pueblo en el atrio de la iglesia parroquial algo sucedió. Lo supimos en la desapacible mañana del martes 15 de enero en el cementerio municipal de Feáns en A Coruña, en un rápido —y algo intempestivo— intercambio de buenas nuevas con Fernando durante un entierro familiar en el que nos dijo que, al fin, había establecido contacto (nosotros, por nuestra parte, le correspondimos anunciándole la recepción de una carta de la hija de los náufragos del Debonair, aún no leída pero ya en nuestro poder, pues este quien escribe había visto la notificación en el móvil el día antes mientras malbebía un café en la cafetería de Pompas Fúnebres en la herculina plaza de A Palloza).

El 1 de febrero, vía Whatsapp, Fernando nos mandó una foto (la foto de una foto, en realidad, aparentemente extraída de un álbum familiar) que había recibido de Patric y que a nosotros nos sirvió para despejar ese 0,1% de duda que albergábamos sobre si toda esta historia que nos montamos con Michael Kuh no sería una lamentable equivocación.
Porque, a nuestro juicio, todas las piezas encajaban y el «periodista norteamericano» llamado Michael Kuhn, supuestamente afincado en Corrubedo de quien su colega José Fernández Ferreiro anunció en 1971 en La Voz de Galicia la próxima publicación de un libro sobre la Costa de la Muerte después de haber hecho otro sobre el Camino de Santiago, no era sino cierto Michael Kuh, fotógrafo de profesión, que había escrito un reportaje sobre la ruta jacobea para National Geographic Society en 1969. Estábamos persuadidos de ello, pero no teníamos la certeza absoluta y aún nos rondaba el temor de habernos columpiado estrepitosamente.
Hasta la foto.

Está tomada en Campo da Agra. A la izquierda podemos observar a un corrubedano que se llamaba Belarmino. Nosotros no lo conocimos y el nombre en principio no nos sugería nada. Ahora bien, cuando nos dijeron que era el padre de Nardita (que no precisa presentación para todo aquel que viva o pase aquí sus vacaciones) la cosa cambió… El del centro dedujimos que es el pequeño Patric, cautivado por la enxebre tradición de la matanza del cerdo. En cuanto al hombre de la derecha, parece ser que se trataba de un forastero que a veces venía al pueblo a echarle una mano a Belarmino. O sea, que no debería sonarnos en absoluto… y, sin embargo, su cara nos resultaba familiar.
Horas después, caímos en la cuenta de dónde la habíamos visto antes.

El mismo fulano. Pero esta imagen no pertenece a ningún álbum. Está en Travel Photography, el monumental volumen al que nos referimos al principio, publicado en 1982 por la editorial Time Life, la división de libros de un sello que, como su propia denominación se encarga de indicar, también era responsable de las revistas Time y Life, imprescindibles en la historia contemporánea de los Estados Unidos. Una fotografía cuyo pie la titulaba «A farmer with a umbrella» [«Un granjero con un paraguas»] y la fechaba en 1970…
En forma de paisano con boina, habíamos dado con nuestro eslabón perdido.

Las gestiones no se detuvieron ahí. A renglón seguido entró en escena Micaela Kuh, hija de Michael, hermana mayor de Patric, a quien Fernando había explicado en un mensaje las vicisitudes de la Asociación XI Siglos y la intención de organizar una exposición histórica en la que sería un orgullo exhibir a un profesional de la talla de su padre.
Tardó en llegar. Pero un buen día Micaela pidió a Fernando su dirección postal y unas semanas después, ya en el fragor del verano, en su buzón entró un sobre con cuatro maravillosas fotografías y una preciosa carta. Ellas son, al fin y a la postre, el motivo por el que ahora estamos escribiendo esto.

«Es tía Ramona La Callona (en la Robeira). Nos quedamos con ella detrás del Bar de Julio [O Chasqueiro] cuando primero fuimos a Corrubedo que creo que fue el verano de 1960 [o 1959, según los cálculos que nosotros echamos en el anterior post]. Vinimos en coche desde Mijas en Andalucía. Yo aún era bebé y mi madre me ponía en el mar y la gente se preocupaba, «¡Que la va a matar!». En fin, todo fue bien y según pasaron los años la gente disfrutaba más y más del mar.»

«En la foto de las 3 señoras la de la derecha era la tía abuela de Ana e Isabel Rodríguez Maneiro. Su madre se llamaba Maruja y se mudó a Ribeira. Tenían la casa que estaba en la playa en el ‘Campo del Agra’. La primera casa a la izquierda al llegar a la playa. Cuando éramos pequeños mi hermano Patric se echaba de las rocas y Ana le gritaba «Échate, Patric, échate». ¡Fueron días muy inocentes y felices!»

«Es la misma señora que nos mira de frente con las algas en la cabeza.»

«Cuando tengan las fotos montadas, por favor, mándame una foto.
Espero que estas se añadan a vuestra exhibición y memorias de un sitio que ha sido muy importante en nuestras vidas.
Saludos desde Dublín.
Con sentimentalidad,
Micaela (Kuh)»
Sí. La carta fue enviada desde la capital de Irlanda y ahora ya sabemos que en el pueblo Michael era conocido en aquel tiempo como O Irlandés, aunque en realidad esa era la nacionalidad de su entonces esposa y madre de sus hijos, Helen Sullivan.
También hemos encontrado su foto. Un retrato suyo… de su fisonomía, queremos decir. Lo hemos localizado precisamente en el extenso reportaje sobre el Camino de Santiago que le publicó la National Geographic Society en el libro The Age of Chilvary, editado en 1969.
Prácticamente de espaldas, rehuyendo el protagonismo como les suele pasar a muchos que prefieren esconderse detrás de una cámara…

Hoy sábado ha sido inaugurada la tan mentada exposición que, con el título Corrubedo en los archivos, incluye las cuatro fotos y la carta manuscrita de su hija. Situada en la casa del mar, está comisariada por Francisco Sánchez Fraga y, ojo, acaba mañana. Es una obra de arte efímera.
Así que, si aún están a tiempo, vayan a verla. Se lo recomendamos vivamente. No solo por Kuh: las joyas que reúne son deslumbrantes y merecen que le dediquemos todo un post.

Por hoy ya terminamos.
No nos cabe la menor duda de que existen otras imágenes de Corrubedo captadas por el ojo genial de Kuh. Pero de momento nos es suficiente. Solo una cosa más. Un último dato, algo impreciso. Al parecer, nuestro hombre murió hacia septiembre de 2018, rebasando ampliamente los noventa años de edad.
Que Dios lo tenga en su gloria.

17/09/2019 at 18:22
Gracias por la aclaración; mantened siempre vuestra línea de credibilidad en lo que con tanta maestría nos narráis habitualmente.
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17/09/2019 at 17:49
Hola, me asombra que estéis descubriendo la pólvora a estas alturas, la verdad.
Ciertamente vuestras fuentes de información respecto de la gente de Corrubedo son algo inciertas. No he tenido la oportunidad de ver la famosa muestra de arte fotográfico que han montado en la «casa del mar», y me oriento sólo con lo que aquí publicáis, y mis recuerdos de la gente que aparece en las fotos, vecinas y muy queridas algunas: tía Ramona (de Callón), Bernardino, el padre de Nardita, maestro albañil, y las tres hermanas (da zapateira) tía Ricarda, la mayor-centro-y las mellizas Carmen y Porfica(Purificación) a izquierda y derecha respectivamente. También guardo recuerdos, que no fotos, de todos los Patrick.
Y sí, se sabía de sus actividades, escritor o periodista (foto periodista), pero en Corrubedo tenemos la costumbre de vivir y dejar vivir. Por eso tenemos, y tuvimos, entre nosotros gente de todos los espectros intelectuales.
Sean bienvenidos y dejémosles que sean ellos, si les apetece, quienes nos cuenten sus historias.
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17/09/2019 at 18:07
Vaya. Pues es precisamente lo que hemos tratado de hacer, reproduciendo palabra por palabra la carta que dirigió la hija de Michael Kuh y sin entrar a valorar si lo que Micaela conserva en su memoria es preciso o no.
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