
Una noche de principios de mayo de 1906, muy cerca del punto donde dieciséis años antes se había perdido el HMS Serpent vomitando una espantosa cifra de 172 marineros muertos y tres supervivientes que aún hoy estremece a los vecinos de Camelle, encalló otro buque británico mucho menos recordado: el SS Preston, carguero de la General Steam Navigation Company. Su proa quedó apuntando a aquel Cementerio de los Ingleses donde habían sido inhumados los mutilados cadáveres de los fallecidos durante el naufragio del legendario crucero.
Esta vez hubo suerte. No se tuvo que hacer sitio a más víctimas en la ribereña necrópolis. Todo los tripulantes del Preston se salvaron y la mayor parte regresó a sus hogares una semana después.
Las circunstancias de este siniestro revolotearon hasta el papel impreso de los periódicos españoles gracias a la primera lancha que advirtió sus señales de socorro. Los pescadores que iban en ella eran de Corrubedo.

Construido en 1885 en los astilleros que la empresa Mathew Pearce & Co. poseía en Stockton-on-Tees, al noreste de Inglaterra, el Preston medía 83 metros de eslora, 11 de manga y 6 de puntal. Su arqueo de registro bruto rebasaba las 2.000 toneladas, su casco era de hierro y contaba con un motor de triple expansión forjado por la casa Blair & Co.
En 1899, el buque fue adquirido por la General Steam Navigation Company, una de las navieras más veteranas del imperio de la reina Victoria. Había sido fundada en 1824, erigiéndose en la primera compañía británica de barcos de vapor que llevó sus navíos a puertos extranjeros. Su emblema era un globo terráqueo, aunque pronto se vio que tamañas aspiraciones le quedaban grandes, circunscribiendo su actividad a una escala como mucho europea.
Y a Europa se ceñía el viaje del Preston cuando naufragó. Iba desde Londres camino de Génova transportando maquinaria, hierro y carga general.
Antes escribimos que los plumillas españoles se enteraron del siniestro por una embarcación de Corrubedo. Pero gracias al telégrafo, la nueva ya había aparecido en primicia en algunos periódicos del Reino Unido.

Aquí la leemos. En el escocés Evening Express, emparedada entre las protestas de la comunidad de comerciantes de Johannesburgo contra el plan de repatriación de los coolies chinos y el alojamiento de 239 vagabundos en una casa de acogida en el distrito galés de Bedwellty.
El accidente había sido comunicado en código morse por el agente de la Lloyd en Corcubión, quien lo daba por totalmente perdido en punta de O Boi, cerca de Camariñas. Al día siguiente, la noticia se posaba en varios rotativos gallegos tras haber escuchado el relato de boca de nuestros vecinos.

Por ejemplo, en el lucense El Regional, que bajo el epígrafe «La costa de la muerte» ofrece una amplia descripción de lo ocurrido. Eran las tres y media de la madrugada cuando los ocupantes de la lancha pescadora de langostas Esperanza, con base en Corrubedo y dirección Coruña, oyeron la sirena de un barco pidiendo auxilio. Reinaba una densa niebla que impedía ver incluso a corta distancia, pero aun así lograron aproximarse al origen de aquel sonido.
Y se encontraron un vapor embarrancado sobre roca viva. Se hallaba sumergido casi por completo y tenía la proa orientada hacia aquel cementerio tallado en piedra donde además de las víctimas del HMS Serpent (1890) reposaban los inmolados en otras dos naves de Albión: el SS Irish Hull (1883) y el SS Trinacria (1893).
En el momento de llegar, un oficial y varios marineros ingleses andaban explorando la zona. Los del Esperanza se ofrecieron al capitán para dar aviso a alguien, pero este declinó la invitación mientras otras lanchas de Corrubedo y Fisterra se acercaban atraídas por el silbato del carguero. Sin nada más que hacer, nuestros paisanos continuaron viaje hasta el puerto herculino y fue tras alcanzarlo a las cinco de la tarde cuando comentaron aquella atípica vivencia.

Días después, Noticiero de Vigo ratificaba la imposibilidad de salvar el barco. Dos pequeños vapores de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos, el Camelle y el R.F., permanecían a su costado trabajando en la extracción de la carga en tanto que diez carabineros —cinco de A Coruña y cinco de Carballo— habrían de velar por «evitar piraterías» al mando de un tal teniente Verdes.
Aunque una vez más ya se habían anticipado los periodistas británicos, quienes además de hacer referencia a la defenestración del buque habían informado de que, a excepción del capitán, el resto de la tripulación partió para A Coruña con la intención de tomar el vapor Victoria rumbo a Liverpool.

Y con la arribada a aguas inglesas del SS Victoria, de la Pacific Steam Navigation Company, nos despedimos.
El trasatlántico entró en Liverpool el 8 de mayo y los 22 hombres del Preston, descontado su capitán, pudieron dormir por fin a pierna suelta después de haber conjurado el peligro de recibir sepultura a la sombra de una cruz en tierra extraña, de aquí a la eternidad.

[Algunas fuentes consultadas: The General Steam Navigation Company c.1850-1913: A business story (Robert Edward Forrester)], «Cementerio dos Ingleses« (O Camiño dos Faros), «Preston» (Ruta de los Naufragios)]
Deja una respuesta