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Sí: ¡es una inmensa ballena azul asomando el lomo cerca de Corrubedo!

Quienes las vieron no daban crédito. No una. No dos. Sino tres de estos formidables mamíferos nadando frente a nuestras costas. La primera fue avistada el 8 de septiembre en aguas de la ría de Muros y Noia. La segunda, el 20 de septiembre al noroeste de la isla de Ons. Y la tercera, la mayor de todas, resultó una aparición por partida doble: primero el 9 y después el 31 de octubre, en ambos casos cerca de Corrubedo.

Tres ballenas azules. El animal más grande que jamás moró en el planeta Tierra. Mayor que un diplodocus. Pesa como siete autobuses de dos pisos. Su lengua es del tamaño de un elefante. Su corazón —de las dimensiones de un Mini Cooper— se puede oír palpitar a tres kilómetros de distancia. Posee unas arterias tan anchas que una persona adulta podría bucear por ellas… Algo brutal.

Y resulta que pasan por aquí. Que no hace falta recurrir a los documentales del National Geographic para cautivarnos con su avasalladora presencia. Que con algo de voluntad, mucha paciencia y enormes dosis de suerte… quién sabe… a lo mejor podemos verlas avanzar majestuosas en directo, doblando el cabo.

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Que Corrubedo es lugar de paso de ballenas es algo que ya sabíamos. Un vistazo a la prensa de las últimas décadas nos brinda muestras de algunos de estos cetáceos que tuvieron la mala fortuna de dar con sus huesos en nuestro litoral. Por ejemplo, el cachalote de 12 metros que varó en Espiñeirido el 14 de abril de 1987. O el que acabó en ese mismo arenal en 2003 un día de San Benito de invierno. O el rorcual que arribó en 2011 a la abrupta zona de O Corgo. O el calderón encontrado en la primavera de 1996 en una playa cuyo nombre no es ni mucho menos casual: Balieiros.

Pero de ballenas azules frecuentando estas aguas no habíamos leído nada.

Hasta el 8 de septiembre pasado. Un viernes en que los tripulantes del Paio Gómez Chariño, embarcación del Servizo de Gardacostas de Galicia, lograron grabar un ejemplar de entre 18 y 20 metros de largo. Nadaba frente a monte Louro, ese promontorio pegado el mar que tan bien se divisa desde el faro de Corrubedo.

La comunidad científica aún se estaba frotando los ojos con el insólito hallazgo cuando doce días después se avistó otro ejemplar distinto cerca de Ons. La autora del descubrimiento fue una institución dedicada a estudiar el comportamiento de los cetáceos llamada BRDI (Bottlenose Dolphin Research Institute), con puerto base en O Grove. Su barco de observación, el Tyba III, se hallaba a once millas al noroeste de la isla cuando se topó con una ballena azul de entre 22 y 24 metros nadando junto a otros mamíferos marinos: ballenas piloto, ballenas de aleta, delfines y marsopas.

Y como no hay dos sin tres, otra Baleanoptera musculus [es su nombre científico] hizo su acto de aparición el lunes 9 de octubre a seis millas de Corrubedo. Medía 25 metros. De nuevo los oteadores fueron los integrantes de BRDI, que tuvieron el privilegio de verla en pleno proceso de alimentación a las once de la mañana (la ingesta duró unas dos horas)… y a las cuatro de la tarde (donde se demoró supervitaminándose y mineralizándose otras tres horas más). Y es que el menú diario de este animal vienen a ser unas 3,6 toneladas de un crustáceo llamado krill. Vamos… como la dieta atlántica.

«¡No se vayan todavía, aún hay más!», que decía Super Ratón. Porque ya teníamos la redacción de este post vista para sentencia cuando no tuvimos más remedio que enmendarla ante la súbita reaparición el martes 31 de octubre de esta última ballena, la que mide 25 metros. Otra vez a la altura de Corrubedo. Y otra vez los testigos fueron los sagaces miembros de BRDI, que pudieron regocijarse observando además otras variedades inhóspitas como las ballenas minke, las ballenas sei y una increíble ballena jorobada.

En las últimas semanas estamos asistiendo a un auténtico despiporre mediático con este asunto. Decenas de artículos y reportajes de televisión se suceden sin descanso, especulando con las causas por las cuales estas maravillosas criaturas han venido a surcar las aguas gallegas. Se habla de que las corrientes marinas empujaron los nutrientes hacia estas latitudes y ellas vinieron detrás. Se habla del surgimiento de un nuevo corredor migratorio que las conduce hacia el norte en su época de apareamiento. Se habla de la resurrección de una antigua ruta perdida por culpa de las despiadadas cacerías del siglo XX (un dato: de 1958 a 1978 fueron descuartizadas diecisiete ballenas azules entre las tres factorías que había en nuestra tierra: Caneliñas en Cee, Balea en Cangas y Cabo Morás en Xove… peor lo tuvieron los cachalotes: 6.337 en total). Y se habla de que tal vez tengamos frente a nosotros una especie de residencia cetácea de temporada.

Aguardaremos a ver qué concluyen las investigaciones de quienes saben de esto cuando, una vez se alejen los focos de los medios de comunicación, puedan analizar con más calma todos los datos. Sea cual fuere la explicación, no cabe duda de que estamos ante una excelente noticia que no hace sino refrendar lo que ya sospechábamos: la riqueza despampanante de nuestro mar. En todos los sentidos.

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Caneliñas en Cee: una escena que ya no veremos más

[Algunas fuentes consultadas: «Investigadores de O Grove fotografían una nueva ballena azul cerca de Corrubedo» (Faro de Vigo, 11 de octubre de 2017), «¿Qué hacen dos ballenas azules frente a la costa gallega?» (El País, 15 de octubre de 2017), «Identifican 60 cetáceos en once días frente a la costa de las Rías Baixas» (Faro de Vigo, 2 de noviembre de 2017), «Concluyen que las ballenas azules pasan temporadas en las costas gallegas» (La Voz de Galicia, 2 de noviembre de 2017), «La caza de ballenas en Galicia y algo más» (Axena), «Ballena azul, compara su peso y tamaño» (Vista al Mar)]